viernes, 6 de febrero de 2009

Cambiando de ruta

Mi alma triste se encuentra en su centro, en su fecundación más profunda. Pensé que las raíces no cambiaban de sitio, pero mis manos ya no son las de antes, mis frutos ya no saben igual que ayer, mis flores se han marchitado. Mis raíces han cambiado de sitio. Pero yo sigo inmóvil en mi individualidad existente, esa habitante de este mundo rodeado de piedras. Y sigo caminando a pesar de mis errores. Es que... a algún lado tenemos que llegar. Antes de desintegrarnos, de volvernos polvo, debemos volvernos sangre. No importa si no hay caminos, si no hay pies, si no hay suficiente aire en los pulmones. A algún lado habremos de llegar. O de terminar de caer.

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